Para detectar la depresión, debemos detectar síntomas inequívocos en la persona tales como un estado de ánimo triste o vacío la mayor parte del día casi cada día (en los niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable), tiene una falta de interés en las cosas en las que antes disfrutaba (anhedonia), pierde peso sin hacer régimen, tiene problemas para conciliar el sueño, con múltiples despertares o duerme demasiado, muestra una fatiga excesiva, e incluso padece sentimientos de inutilidad o de culpa excesiva o inapropiada.
La depresión tiene muchas caras, y sus consecuencias pueden ser duraderas y nefastas. Ya sea de duración corta (depresión mayor), larga (trastorno distímico), e incluso que pueda tratarse de un único episodio aislado (episodio único), la depresión debe ser tratada de la forma más conveniente, siendo aconsejable llevar un acompañamiento terapeútico psicológico, y en caso de ser conveniente, médico.